Traga semillas a puñados y luego ara tu vientre, que salgan los frutos del tiempo, la carne y el espacio. Luego pruébalos y si son amargos, que quizás agotaste el azúcar arrasando con el néctar de aquellas flores de primavera temprana, la cosecha es mala.
Tíralos y vuelta a empezar.
Levántate de nuevo con el gallo a trajinar,
descansa en el ocaso de la luna boreal.
Sopla auroras fosforitas que al cerrar los ojos van
con el viento a los estambres de la edad del sol.
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