En la hora más feroz, en esa en la que un silencio casi eclesiástico se adueña de los rincones de mi casa, encuentro algo melancólico en las cosas que poseo, en los objetos cotidianos, en lo que adorna mi espacio. Y cuanto más ordinaria y corriente es la cosa en sí, más tristeza me dispara. Y cuanto más miro, más me atormenta la civilización fantasma del ajuar. Cosas que se amontonan para formar el Séquito de lo Ordinario.
La noche sucede y yo permanezco indefensa ante estos monstruos que amenazan mi existencia.
1 comentario:
Métele un órdago azulado a lo contidiano; muchas veces pierde el color y se queda gris; este último tiene fecha de caducidad, lo pone en las cajas de pintura que venden para colorear el alma. ;)
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