Han llegado.
En fila india y despreocupados, con el gesto insolente que los caracteriza, rozando lo grosero pero guardando algo de lo que algunos consideran las formas. Las formas brutas, eso sí.
Pura majadería.
Así es como han llegado, de nuevo, impregnados de monstruosidad pesada, de la que cae del cielo directa al infierno. Insoportable para corazones vulnerables. Necesaria para desterrados voraces.
Caminan desordenados e indiferentes a los síntomas de aberración que provocan en quienes les observan. Sus pasos lerdos embrutecen el paisaje, y el horizonte se torna un escenario cruel de alimento para los desolados. Una imagen desusada, quizá. Para algunos pocos.
Han llegado. El mundo se mira enfebrecido y se apiada de lo que está a punto de suceder. El público se retuerce a su paso y no se da cuenta de la reverencia que proyectan a los que han llegado.
¡Malditos iniciados! ¿Dónde escondéis la valentía?
Han llegado. Y caminan, como siempre, con la templanza del engendro.
Algo sucede, y traza en los ojos del que dirige a la ristra de brutos, una mirada de misericordia. Se para y susurra algo, apenas audible.
- Yo soñé con tocar la tristeza viscosa del mundo – parece que dice - Y lo que observáis horrorizados, os aseguro, es poesía.
2 comentarios:
Yo soñé con tocar..
Me dejas con sabor agridulde, como esperando un final, como a medias.... descripción de algo inacabado. Aún así me gustó.. es como la espera de la segunda parte que no llega...
qué bonito el final, negri...
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