Se
me funden los fusibles de la casa del árbol.
El
ritual de la quema de tostadas está totalmente instaurado.
Todas
las sábanas manchadas de abatimiento que no se va ni con la mejor de las
sonrisas.
Los
insectos me muerden los tobillos para expulsarme del que ya es su nido.
Las
enredaderas y las hojas me han cubierto hasta las cejas.
Todo
huele a ajeno, todo está herido de muerte.
Te
llamaré Otoño.
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