En la nocturna casa del dolor,
me arranco estos zapatos que me llevan a tí sin mi permiso,
inoportunos enemigos que reclaman lo que algún día fue suyo.
En la quietud aplastante de la noche,
me extirpo las ganas, las cebo de ira y vomito cada instante durante el que fuimos eternas.
En el polvoriento espejo de las mentiras,
miro mi reflejo y ya no siento miedo. Era mío y también te lo has llevado.
3 comentarios:
quizá no te has dado cuenta pero la foto del post puede verse por el lado bueno: toma nuestras manos, aguanta y no mires atrás. valiente!
Con amigos como tú al ladín, da gusto no mirar atrás. ;)
triste
bonito
tuyo
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