Un propósito
irrefrenable que le salía de las venas de las muñecas
y tiraba dulcemente de
ella, adentrándola en lo más frío de su naturaleza.
De
aquella que fue sólo quedaba la criatura pura,
la que obedece a la tirantez de
la carne
y al olor de la muerte que acecha detrás de cada impulso animal.
Despídete
de ella, se dijo, y soltó la correa para esquivar el mordisco de la bestia,
el mismo
que provoca abismos y el inevitable contagio de su obstinada ceguera.
Deja que
se le llene la boca de huesos y humo.
Tú me comprendes. El instinto no entiende
de belleza.
3 comentarios:
nena que entrada más chula!! Ha valido la pena que te perdieras el partido ...
Besitos...!!
pero es evidente que en algunas personas la belleza es casi instintiva. :)
Si yo entendiera de belleza, esto lo sería.
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