18 may 2011

De cuando me convertí en un cíclope

Una mañana cualquiera, de cierto día, a determinada hora, me desperté convertida en un cíclope. Mi existencia de primera hora del día se había resumido en un ser con un sólo ojo y unas extremidades de un tamaño que me costó un rato asumir.

Pasado el susto inicial y, después de asegurarme de que aquello que me estaba pasando no se trataba de una pesadilla kafkiana, me conecté a internet. Tuve que coger un lápiz de madera para poder teclear con algo que no fueran mis manazas en aquel ordenador de tamaño ridículo. Escribí en google: " ¿Por qué la gente se convierte en cíclope?".

Aparecieron casi un millón de resultados. Pero ninguno de ellos respondía a mi pregunta. Infinitas páginas de mitología griega en las que dividían a aquellos superhombres en dos categorías, de primera y segunda división. Yo no tenía ni idea de si en mi aspecto había algo que podía ayudarme a clasificarme. Pero en ese momento, lo último que necesitaba era etiquetarme. Así que proseguí mi búsqueda.

Se les describía como una tribu de seres fortísimos, cabezotas y de bruscas emociones. Me reconocía en alguno de esos adjetivos. Pensé ¿habré sido un cíclope atrapado en el cuerpo de un humano?. Descarté la idea. En ese momento, lo último que necesitaba eran más preguntas existencialistas sin respuesta.

Ninguna entrada me daba pistas del motivo de mi transformación. Pasé horas navegando, tratando de encontrar alguna información que me aliviara. Nada de nada. El paso del tiempo me angustiaba, aunque por otro lado, tampoco podía hacer nada más que seguir frente a la pantalla del ordenador. Salir a la calle y exponerme al mundo hubiera significado sentir el miedo y el horror en las caras de mis vecinos.

Mientras navegaba me daba cuenta de que por dentro seguía siendo la misma. Aunque inquieta por mi aspecto, mis pensamientos giraban en torno a lo mismo de siempre. Me seguía apeteciendo hincharme a café, fumarme un cigarrillo de liar (tarea imposible con aquellas manazas de coloso), seguía escuchando a los mismos grupos en Spotify (la publicidad entre tema y tema me seguía poniendo de mal humor) y me seguían haciendo reír las mismas tonterías. Ser dueña de mi fuero interno me alegraba, aunque ahora el mundo lo percibiera a través de un sólo ojo y me hubiera convertido en todo un hombretón.

De pronto, cuando casi había automatizado la búsqueda y me estaba acostumbrando a mi género, a mi tamaño y a mi ojo, encontré un link que llamó mi atención: "La alquimia de la sabiduría popular".

- ¿Qué demonios será esto?- me sorprendió la manera de formular la duda. Hasta el momento, nunca me había interrogado utilizando vocabulario infernal.

Clické por pura curiosidad. No porque sospechará que iba a encontrar una respuesta.
En la pantalla, apareció un listado de refranes populares y al lado de cada uno de ellos, el monstruito en el que te podías convertir si no te andabas con ojo. Curioso, con ojo.

- Mucho ruido y pocas nueces. Conversión a bocazas de por vida.
- Ojo por ojo diente por diente. Conversión a reconcoroso absoluto.
- Hombre prudente vale por dos. Conversión a obsesivo-compulsivo.
- Ojos que no ven, corazón que no siente. Conversión a piedra.

Y así, infinitos refranes con la consecuencia inmediata de la cosa en la que te podías convertir.

En la página explicaban, como si de una leyenda se tratara, que hacía más de mil años, se habían dado casos de personas, que por circunstancias desconocidas se habían despertado convertidos en algo que no eran. Los estudiosos de la época habían llegado a la conclusión de que los casos sobre los que habían trabajado compartían algo en común; se habían visto implicados, el día antes de la transformación, en alguna situación que se podía resumir en algún refrán popular. Al parecer, contaban que por algún poder mágico de la palabra del pueblo, mientras uno dormía se transformaba.

Empecé a buscar "cíclope" como una loca. El palito que me servía de dedo se me rompió y mis manazas no atinaban. Pero al fin conseguí dar con mi refrán.

"Una imagen vale más que mil palabras". Conversión a cíclope.

Me quedé helada. No por nada, sinó porque me esperaba algo más. Según aquellos locos místicos, algo debía haber visto en las últimas horas que me había transformado. Repasé mentalmente las últimas calles que había recorrido con mis ojos, el último telenotícias, los últimos amigos que había visto... pero no caía en qué imagen me había hecho convertirme en un monstruo de un sólo ojo.

Y ahora, ¿quién me devuelve a mi estado natural?

Seguiré buscando.



4 comentarios:

Manifiesto Orgánico dijo...

Volverás a tu estado natural, pero (metafóricamente) algo habrá cambiado. Siempre ocurre, menos mal. ;)

lavargasSublima dijo...

;))
seguro que sí. Aunque ya me aburre un poco la transformación...

nat dijo...

Florence te dedica una canción:

http://youtu.be/WuPPUZzolvo

(busca la traducción!)

;)

lavargasSublima dijo...

jajajajaja. temazorrr!!!

...That's why you sleep with one eye open
That's the price you paid..