Del interior
del vértigo helado nacen,
cada vez que
trato de respirar luz,
chispas que
calientan mis manos de piedra fría.
Dando vueltas
alrededor de un montículo volcánico
paso los días
implorando la erupción que desequilibre (y funda)
esta tristeza
otoñal infundada.
No me importan
las quemaduras colaterales,
lo principal
ahora es sentir calor hasta que duela
para saber que
sigo viva.
imagen: http://zootool.com/watch/6wp5/
1 comentario:
piedras sobre el propio tejado para calentarlo, claro.
ya vendrá la lava.
y allí estaremos para verlo.
:**
Publicar un comentario